RECUERDO DE NIETAS
Un piccolo naviglio di nonna María
Liliana Paradiso y Martina Boubeta Paradiso. 2018.
(Canción infantil que abuela María le cantaba a Lili y le enseñó a Martina).
C éra una volta un piccolo naviglio,
che non poteva, non poteva navigar.
E dopo di una, due, tre, quattro, cinque settimane,
(il naviglio non riciba navigar).(*)
Sai perche?
perche il barquiceli era di papel (carta *).
que no sabia, no sabía navegar.
y después de una, dos, tres, cuatro, cinco semanas,
(el barco no podía volver a navegar).(*)
Sabes porqué?
porque el barco era de papel.
(*) agregado por Graciela extraído de la versión original de la canción para niños.
Poesía de Abuela María
(recitada por Liliana)
Buon giorno Piro,
von venga Martino,
pane o ci doro,
vino a chiochioro,
si sapa o si dorme?
si dorme!
Racconto de familia Papaiani.
María Raquel Papaiani.28 de junio de 2020
Cuando era chica si había algo
que me gustaba mucho era quedarme a dormir con la abuela María en su cama
grande, ella me abrigaba bien, y a la mañana desayunábamos con tortas fritas y
masitas dulces. Luego salía a jugar con mi primo Oscarcito, visitábamos la casa
de tía Dorita, que era pasar por un caminito de tierra entre flores, pero antes
de llegar estaba una gran higuera, donde nos trepábamos a una gran rama y
sentados hablábamos de los juegos o armábamos una hamaca. Nos gustaba el juego
de las bolitas y cuando terminábamos las guardábamos bajo tierra, así no se
perdían, pero sucedió un día, en la casa de mis padres, que estaba en
construcción, escondimos las bolitas como siempre y cuando las fuimos a buscar,
ohsorpresa, el albañil había hecho un contrapiso y perdimos las bolitas.
Papaiani" (Lili).
Otro de mis recuerdos eran las
fiestas de navidad, año nuevo, cumpleaños…. con toda la familia en la galería
de la abuela, recuerdo que papá preparaba las grandes asaderas de lechón,
pollos, pizzas en la panadería, la abuela las empanadas, las tías unos ricos
postres y tortas. Estaba terminantemente prohibido faltar a esas fiestas, todos
los hijos, nueras, yernos, tíos, primos debían estar presentes. La fiesta era
al mediodía y a la noche y algunas veces seguía al otro día, si tocaba feriado.
Si alguien no iba la abuela protestaba y se enojaba, tenía que ser un motivo
muy justificado para faltar, era un pecado mortal no asistir. La mesa era muy
abundante con variados platos salados y dulces, no faltaba nada en esa mesa
italiana. Y en la sobremesa contaban anécdotas familiares muy cómicas; recuerdo
una de la tía Gugui, que apareció en la Iglesia con un sombrero que le había
sacado a la abuela María del ropero, y apurada llego al casamiento de la tía
Dorita, todos se reían como se había colocado el sombrero.

Otra fiesta fue la de mi prima Blanca, un despliegue de preparación en la panadería de papá, se llamaba Las Malvinas allí lo festejamos, recuerdo que mamá me había puesto un hermoso vestido, pero arriba un delantal de organza blanco transparente, para que no me ensuciara, y yo no quería saber nada y ahora miro las fotos y el delantal era muy lindo con volados y me quedaba muy bien.
En mis cumpleaños nunca faltaba la
abuela María, los tíos y las tías, prueba de ello son todas las fotos que
tengo, recuerdo que tío Beto me hacía chistes con traerme una enorme caja y yo
empezar a desarmar y desarmar hasta llegar a una pequeñita, ¡cómo nos
reíamos! o llegar a casa y tocar el timbre, que se quedaba pegado su dedo y
nos dábamos cuenta que era él.
Los cumpleaños y aniversarios
eran sagrados en la familia, mis tías eran las primeras en llegar, todavía
conservo sus regalos… Siempre llegaban bien arregladitas con sus collares,
aros, tacos y el mejor vestido o saco en invierno. Sentarse a la mesa con una
gran sonrisa y hablar de cosas que les sucedían, era algo que mis tías lo
hacían con mucha alegría y yo estaba muy atenta, porque me encantaba
escucharlas.
Pilunquita.
Blanca de la Fuente. 30 de junio de 2020.
Beatríz Papaiani
Cuando Pilunquita (Titi) era chiquita la abuela María la llevaba a cortarse el cabello a la peluqueria de Bechara en Rawson, quedaba a tres cuadras de la casa. Cuando le tocaba a ella, iban caminando desde la casa hasta ese lugar y le cortaban a todos igual como si fuera hecho el corte con una taza. Ella iba felíz cantando Bechara, Becharita cortame la melenita, Bechara, mi Becharita cortame la melenita.
Un viaje a caballo.
Graciela N. Papaiani. 30 de junio de 2020
Abuelo Francisco
Cuando eran niños Bocho y Beto iban con su papá hasta la hornalla donde fabricaba Francisco ladrillos, a veces iban los dos a caballo y a veces a pie. El lugar quedaba lejos, era detrás de la cárcel actual, había muchas lomas de burro y era puro campo. Cuenta Beto que al volver se habían subido los dos al caballo, venían agarrados, de repente él se cayó y lo volteó a su hermano, cayeron al piso y estaba lleno de matas y espinas. A Bocho no le gustó verse en el suelo, él se reía de lo que les había sucedido, pero su hermano se había fastidiado por lo ocurrido y empezó a correrlo un poco disgustado. El disparó primero hasta llegar a la casa de la mamá, tenían espinas y tierra en la ropa debido a la caída y una vez allí se amigaron nuevamente. El papá Francisco tuvo que volver con el caballo que los había dejado desparramados a los hermanitos Papaiani en medio del campo.